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El Arte Popular

 

lo  largo de la historia el hombre ha sido capaz de crear, de dar forma a la materia: centro y periferia, norte, sur, este y oeste; arriba y abajo. Estructuras esenciales en formas diversas. Lo que  hoy llamamos artesanías ha surgido como objetos utilitarios o rituales en su propia cultura antes de convertirse en bienes de mercado: la manera para abrigarse, la vasija para el agua, el lazo de tientos para el caballo, la bolsa de chaguar para recolectar en el monte, la máscara de yuchán para la danza ritual; las ollas para cocinar los alimentos. Estos objetos de simple belleza cabalgan entre el mundo de la ergología y la órbita del arte, tienen la rusticidad del trabajo manual y la dimensión de lo estético plasmado en el diseño, la forma y el color que exceden a su funcionalidad. El contacto cultural y la creciente demanda de estos bienes, cada vez más, han ido orientando su producción hacia el consumidor urbano, transmutación que la expone al desafío de sobrevivir conservando sólo aquello que le sirve de pasaporte al nuevo ámbito: la nobleza de sus materiales, el talento manual de sus creadores y su concepción de la belleza y del mundo. La aparente dicotomía cambio-conservación,  resulta estéril en este caso. No hay verdadera innovación que no hunda sus raíces en la tradición.

En el mundo actual signado por el imperio de lo descartable, la producción artesanal impone el encanto de lo hecho manualmente, el sabor de aquello que tardó larguísimos años en cambiar. Convertida en testimonio cultural, la artesanía, por su condición de tal, merece formar parte del patrimonio de los MUSEOS que nos informan sobre la evolución del arte de la humanidad.

Tapices

 Con la lana de las "tropas" o rebaños domésticos las mujeres se dedican al hilado manual con la "puzcana", un sencillo tortero de piedra o madera que actúa como contrapeso. Su utilización en épocas prehispànicas ha sido ampliamente documentada por la arqueología.

El tapiz no reconoce raigambre indígena como ornamento de pared. Se lo realiza tanto en telar como en bastidor. Pertenece al tipo de tejido denominado faz de trama en el cual se realiza el dibujo por entrelazamiento de hilos de distintos colores que van cubriendo la urdimbre. Según clasifican los mismos artesanos, los diseños se dividen en "paisajes" o motivos realistas regionales; "rupestres", inspirados en el rico arte rupestre de las culturas indígenas de la zona y la paisajística de su entorno; e "incaicos" inspirados en motivos de la iconografía arqueológica. Algunos otros responden a las demandas del mercado turístico y reflejan el modo en que éste visualiza la región.

El arte de los teleros

Los pueblos vallistos son herederos mestizados de las culturas llamadas pulares , calchaquíes o diaguitas. Se destaca especialmente la producción textil; la alfarería para autoconsumo y la ornamental; la cestería; el trabajo en madera de cardón y las artesanías en cuero.

Un lugar preponderante ocupan los tejedores de ponchos de Seclantás y Molinos y principalmente de la localidad de El Colte, un centro de verdadera especialización productiva. Los colores más utilizados son el rojo con guardas negras o salteño y el  nogalado, obtenido por infusión de cáscara de nogal.

Encontramos en los valles calchaquíes una de las más importantes tradiciones textiles en telar criollo del país, consolidada durante la colonia, sobre la sólida base prehispánica. Su producción consiste principalmente en frazadas, alfombras, ponchos, peleros, picotes, barracanes, tapices, fajas, bolsos y mantas. Hay muchas variaciones locales en la producción textil, según predomine una orientación hacia el autoconsumo o hacia el mercado.

Las telas o tejidos de faz mixta son confeccionadas en piezas de 10 a 15 metros. El centro más destacado de producción es Luracatao en el departamento de Molinos. Tienen un valor inapreciable pues se realizan con hilo muy fino hilado a mano. En los mercados urbanos son demandados para la confección de trajes, chalecos, camperas y sacos, entre otros.

Textiles Collas

Pasión por el color

La que hoy se conoce como cultura Colla ocupa la Prepuna Salteña desde las selvas de montañas o yungas hasta los bosques montanos o pastizales de altura (1500/2000-4500 metros sobre el nivel del mar, territorio que fuera escenario de una intensa interacción cultural. Comprende principalmente los departamentos de Iruya y Santa Victoria y parte de Orán. La actividad principal de estas comunidades es la cría extensiva de ganado, principalmente vacuno,  ovinos y caprinos a mayor altitud. Cultivan maíz y papas que constituyen el eje de la dieta local.

Las mujeres y en algunos casos los hombres, hacen tejidos con la lana de los rebaños domésticos. Se destacan las frazadas, pullos, ponchos, peleros, chuspas, fajas y alforjas de variados y vivos colores. Como característica cultural además de la realización del hilo en forma manual con el huso prehispánico, podemos destacar el uso todavía vigente de un telar indígena o "al piso", además del telar criollo.

El destino principal de las artesanías producidas es el autoconsumo o la realización por encargo.

Textiles Puneños

La Calidez de la llama

La Puna es una meseta o altiplanicie situada entre los 3.500 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, enmarcada por las altas cumbres y la Cordillera Oriental. Es un ambiente árido y riguroso que condicionó la tipología de la cultura prehispánica que en ella se desarrolló: la   cultura Atacama o Complejo Puna, cuyos pueblos se dedicaban principalmente al pastoreo de los camélidos y a una agricultura de altura.

De sus rebaños de llamas y ovejas, tradicionalmente han obtenido la lana para procurar su imprescindible abrigo, esta cotidiana labor, hoy constituye la más destacada de sus artesanías: los tejidos en aguja y telar.

Las artesanías más representativas son las prendas tejidas en dos, tres o cinco agujas, técnica que casi todas las mujeres dominan. Con ellas hacen tricotas, chalecos, gorros, bufandas, medias y guantes. Utilizan  los colores naturales de la lana, especialmente la de llama que es muy apreciada por su suavidad y abrigo. Una variedad de dibujos geométricos o representaciones esquematizadas de llamas decoran estas prendas de gran demanda.

También manejan con destreza el telar en la producción de frazadas, barracanes, ruanas y mantas.